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Historia de InglaterraHistoria de Inglaterra

Sobre estos textos

Estos escritos son obras juveniles de Jane Austen, que la escritora hacía para alegría de ella misma y su familia. Si quieres ver las cartas de Jane, puedes consultar www.pemberley.com, o adquirir el libro editado por Editorial D'Época en español (el más completo).

Los textos están disponibles en inglés en internet o editados por Alba Editorial, por ejemplo, en una antología llamada "Amor y Amistad".

Juvenilia

Las obras juveniles de Jane Austen son las siguientes:

Volumen I

Frederic & Elfrida
Jack & Alice
Edgar & Emma
Henry & Eliza
Las Aventuras de Mr Harley - The Adentures of Mr. Harley
Sir William Mountague
Las memorias de Mr Clifford - Memories of Mr. Clifford
La bella Cassandra - The Beautiful Cassandra
Amelia Webster
La visita - The Visit
El misterio - The Mystery
Las tres hermanas - The Three Sisters
Una bella descripción - A Beautiful Description
Un generoso conservador - A Generous Curate
Oda a la lástima - Ode to the Pity

Volumen II

Amor y amistad - Love and Freindship
El castillo de Lesley - Lesley Castle
La Historia de Inglaterra - The History of England (ver abajo)
Una colección de cartas - A Collection of Letters
La mujer filósofa - The Female Philosopher
Primer acto de una comedia - The First Act of a Comedy
Carta de una joven dama - A Letter from a Young Lady
Un viaje a través de Gales - A Tour Through Wales
Un cuento - A Tale

Volumen III

Evelyn
Catherine, o el cenador - Catherine, or the Bower

Casi todas se pueden adquirir en castellano en diversas ediciones o leer en inglés aquí.

La Historia de Inglaterra - The History of England

La Historia de Inglaterra escrita por Jane Austen en su juventud, pero desde un punto de vista de una historiadora ''ignorante' y llena de prejuicios', como ella misma se definió.

Algunos ejemplos:

Sobre Isabel I: "Fue un peculiar infortunio de esta mujer haber tenido malos Ministros. Aunque ella misma era malvada, no pudo haber cometido tan vastas atrocidades, si estos hombres viles e inmorales no hubieran confabulado y la hubieran alentado en sus crímenes".

Eduardo V: "Este Príncipe desafortunado vivió tan poco que nadie tuvo tiempo de pintar su retrato. Fue asesinado a instancias de su Tío, cuyo nombre fue Ricardo III."

Ricardo III: "La personalidad de este Príncipe ha sido en general severamente tratada por los Historiadores, pero como era un *York*, me inclino bastante a suponer que era un hombre muy respetable".

'La historia de Inglaterra' es uno de los primeros trabajos de Jane Austen, y versa de la historia de su país, pero desde un punto de vista irónico y personal. Fue escrito en 1791 e ilustrado con bonitos dibujos de la hermana de Jane, Cassandra. Forma parte de su Juvenilia. A continuación, una traducción hecha por Cinthia García Soria, que hizo en exclusiva para el grupo 'Jacastellano', por lo tanto, para cualquier copia y uso, hay que solicitar su permiso. En inglés se puede, con copias del original, en la British Library.

Introducción

La Historia de Inglaterra, Desde el reinado de Enrique IV hasta la muerte de Carlos I Por una historiadora parcial, prejuiciosa e ignorante.

Está obra está dedicada a la Srta. Austen, hija mayor del Rev. George Austen, con todo el debido respeto de La Autora

NB - Habrá muy pocas fechas en esta historia.

Enrique IV

Enrique IV ascendió al trono de Inglaterra para su propia satisfacción en el año de 1399, después de haber convencido a su primo y predecesor, Ricardo II, a abdicar en su favor y retirarse por el resto de su vida al Castillo Pomfret (1), donde sucedió que lo asesinaron. Se supone que Henry estuvo casado, pues ciertamente tuvo cuatro hijos, pero no esta en mi poder informar al Lector quien era su esposa (2). Sea como sea, no vivió para siempre, pues al caer enfermo, su hijo el Príncipe de Gales vino y tomó la corona; ante ello el Rey pronunció un largo discurso, para lo cual debo referir al Lector a las obras de Shakespear [sic] (3), y el Príncipe uno aún más largo. Arreglándose las cosas entre ellos, el Rey murió y fue sucedido por su hijo Enrique, quien previamente había golpeado a Sir William Gascoigne (4).

Enrique V

El Príncipe, después de su ascenso al trono, se reformó y volvió muy amable, separándose de todos sus compañeros disipados (5), y no volviendo a dar una paliza a Sir Willliam. Durante su reinado, Lord Combham (6) fue quemado vivo, pero olvidé por qué. Su Majestad entonces volvió su pensamiento hacia Francia, a donde fue y peleó en la famosa Batalla de Agincourt (7). Posteriormente se casó con la hija del Rey, Catalina (8), una mujer muy agradable según cuenta Shakespear [sic]. A pesar de todo esto, murió y fue sucedido por su hijo Enrique.

Enrique VI

El Príncipe, después de su ascenso al trono, se reformó y volvió muy amable, separándose de todos sus compañeros disipados (5), y no volviendo a dar una paliza a Sir Willliam. Durante su reinado, Lord Combham (6) fue quemado vivo, pero olvidé por qué. Su Majestad entonces volvió su pensamiento hacia Francia, a donde fue y peleó en la famosa Batalla de Agincourt (7). Posteriormente se casó con la hija del Rey, Catalina (8), una mujer muy agradable según cuenta Shakespear [sic]. A pesar de todo esto, murió y fue sucedido por su hijo Enrique.

Eduardo IV

Este Monarca fue famoso sólo por su belleza y su valentía, las cuales mostramos aquí en el Retrato (12), y su comportamiento atrevido al casarse con una Mujer mientras estaba comprometido con otra (13), son pruebas suficientes. Su Esposa fue Elizabeth Woodville (14), una viuda quien, ¡pobre mujer!, fue posteriormente confinada en un convento por ese Monstruo de Iniquidad y Avaricia: Enrique VII. Una de las amantes de Eduardo fue Jane Shore (15), de quien hay una obra de teatro escrita, pero que es una tragedia y por lo tanto no vale la pena leer. Habiendo llevado a cabo todas estas nobles acciones, su Majestad murió y fue sucedido por su hijo.

Eduardo V

Este Príncipe desafortunado vivió tan poco que nadie tuvo tiempo de pintar su retrato. Fue asesinado a instancias de su Tío, cuyo nombre fue Ricardo III.

Ricardo III

La personalidad de este Príncipe ha sido en general severamente tratada por los Historiadores, pero como era un *York*, me inclino bastante a suponer que era un hombre muy respetable. Se ha asegurado confiadamente que asesinó a sus dos Sobrinos y a su Esposa, pero también se ha declarado que *no* mató a sus dos sobrinos, lo que me inclino a creer es verdad; y si éste es el caso, también podría afirmarse que no mató a su Esposa (16), pues si Perkins Warkbeck (17) era realmente el Duque de York, por qué no podría ser Lambert Simnel (18), la Viuda de Ricardo. Ya sea inocente o culpable, no reinó por largo tiempo en paz, pues Enrique Tudor, Conde de Richmond, el más grande villano que jamás vivió, hizo gran alharaca respecto a obtener la Corona y habiendo asesinado al Rey en la Batalla de Bosworth, la obtuvo.

Enrique VII

Este monarca poco después de su ascenso se casó con la Princesa Elizabeth de York (19); con esa alianza, demostró plenamente que consideraba su propio derecho inferior al de ella, aunque aparentaba lo contrario. De este Matrimonio tuvo dos hijos y dos hijas; la mayor (20) de las hijas se casó con el Rey de Escocia y tuvo la dicha de ser abuela de uno de los mejores personajes del Mundo. Pero de *ella*, tendré ocasión de hablar largamente en el futuro. La más joven, María (21), primero se casó con el Rey de Francia y después con el Duque de Suffolk, de quien tuvo una hija (22), a su vez posteriormente madre de Lady Jane Grey, quien aunque inferior a su adorable prima la Reina de Escocia, aún así era una joven agradable y famosa por leer en griego mientras otras personas cazaban (23). Fue durante el reinado de Enrique VII que Perkin Warbeck y Lambert Simnel, previamente mencionados, hicieron su aparición, el primero quien fue puesto en el Potro, se refugió en la Abadía de Beaulieu, y fue decapitado con el Conde de Warwick (24), y el segundo llevado a la cocina del Rey. Su Majestad murió y fue sucedido por su hijo Enrique, cuyo único mérito fue el no ser *tan* malvado como su hija Isabel.

Enrique VIII

Sería una afrenta para mis lectores si supusiera que no conocen tan bien los detalles del reinado de este Rey como yo. Por lo tanto *les* ahorraré la tarea de leer nuevamente lo que ya han leído antes, y *a mí* el problema de escribir lo que no recuerdo perfectamente, dando solamente un breve esquema de los principales acontecimientos que marcaron este reinado. Entre éstos se puede nombrar que el Cardenal Wolsey (25) le dijo al Padre Abad de la Abadía de Leicester que 'iría a reposar sus huesos con ellos', la reforma de la religión, y el Rey cabalgando por las calles de Londres con Ana Bolena (26). Sin embargo, es justo y mi deber, declarar que esta amable mujer era completamente inocente de los crímenes de los que la acusaron, de lo cual su belleza, elegancia y vivacidad eran pruebas suficientes, sin mencionar sus declaraciones solemnes de inocencia, la debilidad de los cargos contra ella y la personalidad del Rey; todo lo cual añade cierto peso a esa confirmación, aunque quizá sólo ligeramente, en comparación con los antes argüidos a su favor. Aunque no profeso dar muchas fechas, aún así creo que es adecuado dar algunas y por supuesto escogeré aquellas que es muy necesario dar a conocer al Lector, considero necesario informarle que la carta que ella escribió al Rey estaba fechada el 6 de mayo (27). Los crímenes y crueldades de este Príncipe son demasiado numerosos para ser mencionados (como confío que esta historia ha demostrado por completo) y nada puede decirse para reivindicarlo, salvo que al abolir los monasterios dejándolos a la depredación ruinosa del tiempo ha sido de uso infinito para el paisaje de Inglaterra en general (28), lo cual probablemente fue el principal motivo por el que lo hizo, dado que de otra manera por qué un hombre que no era muy religioso se tomó tanto trabajo en abolir lo que durante mucho tiempo estuvo establecido en el Reino. La quinta esposa (29) de su Majestad era sobrina del Duque de Norfolk (30) quien, aunque universalmente absuelta de los crímenes por los que fue decapitada, muchas personas suponen que llevaba una vida depravada antes de su matrimonio, de esto sin embargo, tengo muchas dudas, dado que era pariente de ese hombre el Duque de Norfolk quien fue tan ardiente en la causa de la Reina de Escocia, y quien finalmente cayó víctima de la misma. La última esposa del Rey (31) consiguió sobrevivirlo, pero lo logró con dificultad. Fue sucedido por su único hijo Eduardo.

Eduardo VI

Como este príncipe sólo tenía nueve años a la muerte de su padre, mucha gente lo consideraba demasiado joven para gobernar, y como sucede que el difunto Rey tenía la misma opinión, el hermano de su madre el Duque de Somerset (32) fue escogido como Protector del Reino durante su minoría. Este Hombre tenía en general un carácter muy afable, y en cierta forma es uno de mis favoritos, aunque de ninguna manera pretendo afirmar que era igual a aquellos grandes entre los Hombres: Robert, Conde de Essex, Delamare o Gilpin (33). Fue decapitado, de lo cual podría tener motivo de estar orgulloso, si hubiera sabido que esa fue la muerte de María Reina de Escocia; pero como es imposible que estuviera consciente de lo que todavía no había sucedido, no parece que se sintiera particularmente encantado con esa forma de morir. Después de su deceso, el Duque de Northumberland (33) tuvo bajo su cuidado al Rey y al Reino, y cumplió tan bien con ambos deberes que el Rey murió y el Reino fue dejado a su nuera (34), Lady Jane Grey, quien previamente fue mencionada por leer en griego. Si ella realmente entendía ese idioma o sí ese estudio procedía únicamente por un exceso de vanidad, pues siempre he pensado que era bastante extraordinaria, es incierto. Cualquiera que hubiere sido la causa, ella conservó durante toda su vida la misma pretensión de conocimiento y desprecio por lo que en general se estima como un placer, pues ella misma se declaró insatisfecha por ser nombrada Reina, y mientras era conducida al patíbulo, escribió una oración en latín y otra en griego tras ver el cadáver de su esposo, luego de haber pasado accidentalmente por ahí.

María

Esta mujer tuvo la buena suerte de ascender al trono de Inglaterra, a pesar de los derechos, mérito y *belleza* superiores de sus primas María, Reina de Escocia, y Jane Grey. Ni puedo compadecer al Reino por los infortunios que se experimentaron durante su Reinado, pues se merecían por completo, por haberle permitido suceder a su Hermano, lo cual fue una tontería por partida doble, pues debían haber previsto que moriría sin hijos y sería sucedida por esa desgracia para la humanidad, esa peste para la sociedad, Isabel. Muchas fueron las personas que se convirtieron en mártires de la religión protestante durante su reinado, supongo que no menos que una docena (35). Se casó con Felipe, Rey de España (36), quien en el reinado de su hermana, fue famoso por construir Armadas. Murió sin descendencia, y entonces llegó el aciago momento en el que la destructora de toda la comodidad, esa mentirosa Traidora de la confianza depositada en ella, la Asesina de su Prima ascendió al Trono.

Isabel

Fue un peculiar infortunio de esta mujer haber tenido malos Ministros. Aunque ella misma era malvada, no pudo haber cometido tan vastas atrocidades, si estos hombres viles e inmorales no hubieran confabulado y la hubieran alentado en sus crímenes. Sé que muchas personas consideran y creen que Lord Burleigh (37), Sir Francis Walsingham (38) y el resto de aquéllos que ocuparon los principales Puestos de Estado eran Ministros dignos, experimentados y capaces. Pero ¡oh! cuán ciegos al verdadero Mérito, al Mérito despreciado, olvidado y difamado, deben ser tales Escritores y Lectores si pueden persistir en tales opiniones cuando reflexionan respecto a estos hombres, tan ensalzados, fueron un escándalo para su país y su género al permitir y ayudar a su Reina a encarcelar por espacio de diecinueve años a una *Mujer* cuyos derechos de parentesco y dignidad no sirvieron de nada, y aún así, como Reina, y una que había que había condescendido a depositar su confianza en ella, tenía todos los motivos para esperar ayuda y protección; y a la larga en permitir a Isabel llevar a esta mujer admirable a una muerte prematura, inmerecida y escandalosa. ¿Puede alguien, si reflexiona por un momento en esta mancha, esta mancha perpetua en su entendimiento y su carácter, permitirse algún elogio para Lord Burleigh o Sir Francis Walsingham? ¡Oh! ¡Cuánto debió esta fascinante Princesa (39), cuyo único amigo entonces fue el Duque de Norfolk (40) y ahora sólo son el Sr. Whitaker, la Sra. Lefroy, la Sra. Knight y yo (42), quien fue abandonada por su hijo, encarcelada por su prima, engañada, censurada y difamada por todos, cuanto no debió su mente noble haber sufrido cuando le informaron que Isabel había dado órdenes para su muerte! Aún así, ella lo soporto con una entereza inquebrantable, firme en su mente, constante en su religión, e incluso se preparó para enfrentar el cruel destino al que estaba condenada, con una magnanimidad que sólo podría proceder de una inocencia conciente. Y aún así, Lector, ¿podéis creer posible que algunos protestantes duros y celosos la han insultado por mantenerse en la religión católica, que refleja en ella tanto crédito? Pero ésta es una prueba extraordinaria del alma estrecha y opiniones prejuiciosas de quienes la acusan. Fue ejecutada en el Gran Salón del Castillo de Fotheringay (¡Sagrado lugar!) el miércoles 8 de febrero -1585- para eterna vergüenza de Isabel, sus Ministros e Inglaterra en general. No sería innecesario, antes de concluir por completo mi relato sobre esta Reina desafortunada, señalar que la acusaron de varios crímenes durante el tiempo de su reinado en Escocia, de los cuales aseguro muy seriamente a mi Lector que era por completo inocente, nunca habiendo sido culpable de otra cosa que Imprudencias a las que fue traicionada por la franqueza de su corazón, su juventud y su educación. Habiendo, confío, con esta garantía, borrado toda sospecha y duda que pudieran haberse despertado en la mente del Lector, de lo que otros Historiadores han escrito respecto a ella, procederé a mencionar los acontecimientos restantes que marcaron el reinado de Isabel. Fue en este tiempo que Sir Francis Drake (43), el primer navegante inglés que circunnavegó el mundo, vivió para ser adorno de su país y su profesión. Aún cuan grande fue, y con justicia celebrado como marino, no puedo evitar prever que será igualado en éste o el siglo próximo por uno quien aunque ahora joven, ya promete responder a todas las expectativas ardientes y optimistas de sus parientes y amigos, entre los que puedo contar a la Dama encantadora a quien esta obra está dedicada y a mi no menos amable persona (44). Aunque de una profesión diferente, y brillando en una esfera de la vida distinta, sin embargo igualmente conspicuo en la personalidad de un *Conde*, como Drake lo era en la de un *Marino*, está Robert Devereux, Lord Essex (45). Este joven desafortunado no fue diferente en personalidad a ese igualmente desafortunado *Frederic Delamere*. La similitud puede llevarse aún más lejos, e Isabel, el tormento de Essex, puede ser comparada con la Emmeline de Delamere (46). Sería infinito contar los infortunios de este conde noble y galante. Es suficiente decir que fue decapitado el 25 de febrero, después de haber sido Lord Teniente de Irlanda, haber puesto las manos en su espada y haber realizado muchos otros servicios a su país. Isabel no lo sobrevivió mucho, y murió *tan* desdichada que si no fuera un insulto a la memoria de María, la compadecería.

Jacobo/Jaime I

Aunque este Rey tenía algunos defectos, entre los que el principal es haber permitido la muerte de su madre, ya considerando el todo, no puedo evitar que me agrade. Se casó con Ana de Dinamarca (47), y tuvieron varios hijos; afortunadamente para él, su hijo mayor, el Príncipe Enrique, murió antes que su padre o podría haber sufrido los mismos males que cayeron sobre su desafortunado hermano. Siendo como soy parcial a la religión católica, es con infinito pesar que me veo obligada a culpar el comportamiento de cualquiera de sus miembros; pero siendo la verdad muy excusable en un Historiador, necesito decir que en este Reinado, los católico-romanos de Inglaterra no se comportaron como caballeros con los protestantes. En verdad, su comportamiento hacia la Familia Real y ambas Cámaras del Parlamento podría ser considerado con justicia como muy descortés, incluyendo Sir Henry Percy (48), aunque seguramente el hombre mejor educado del grupo, sus amabilidades se limitaron exclusivamente a Lord Mounteagle (49). Sir Walter Raleigh (50) floreció durante éste y el reinado anterior, y mucha gente le tiene gran veneración y respecto. Pero como era enemigo del noble Essex, no tengo nada que decir en su alabanza, y debo referir a todos aquellos que pudieran desear conocer los detalles de su vida a la obra de teatro del Sr. Sheridan (51) sobre la Crítica, donde encontraran muchas anécdotas interesantes tanto de él como de su amigo Sir Christopher Hatton (52). Su Majestad tenía esa disposición afable que se inclina al favoritismo, y en ese aspecto poseía una visión más aguda que la de muchas otras personas para descubrir el mérito. Una vez escuché una charada excelente respecto a un tapete (**), y el tema en el que ahora estoy me la recuerda, y como creo que podría dar a mis Lectores algo de entretenimiento *encontrarla*, me tomaré aquí la libertad de presentárselas.

Charada

Mi primera es lo que mi segunda era para el Rey Jacobo/Jaime I, y pisáis sobre mi todo. (**) Los principales favoritos de Su Majestad fueron Car (54), quien posteriormente fue creado Conde de Somerset, y cuyo nombre tal vez tiene alguna parte en la charada arriba mencionada, y George Villiers (55), posteriormente Duque de Buckingham. A su muerte, Su Majestad, fue sucedido por su hijo Carlos.

Carlos I

Este amable Monarca parece haber nacido para sufrir todos los infortunios iguales a los de su adorable abuela; infortunios que no pudo merecer dado que era su descendiente. Con certeza nunca hubo tantos personajes detestables al mismo tiempo en Inglaterra como en este período de su Historia; nunca estuvieron los hombres agradables tan escasos. El número de ellos en todo el Reino ascendía sólo a *cinco*, además de los habitantes de Oxford quienes siempre fueron leales a su Rey y fieles a sus intereses. Los nombres estos nobles cinco quienes nunca olvidaron el deber del Súbdito, ni desviaron en su afecto hacia su Majestad, son los siguientes: el Rey mismo, siempre constante en su propio favor, el Arzobispo Laud, el Conde de Strafford, el Vizconde Faulkkand y el Duque de Ormond (56), quienes fueron escasamente menos tenaces o fieles a la causa. Mientras que los Villanos de este tiempo representarían una lista demasiado larga para ser escrita o leerse; por lo tanto me contentaré con mencionar a los líderes de la Banda. Cromwell, Fairfax, Hampden y Pym (57) pueden ser considerados como por causantes originales de todos los disturbios, miserias y Guerras Civiles en los que Inglaterra estuvo enredada durante muchos años. Durante este reinado, como en el de Isabel, me veo obligada, a pesar de mi afecto por los escoceses, a considerarlos igualmente culpables como a la generalidad de los ingleses, dado que se atrevieron a pensar de forma diferente que su Soberano, y olvidar la Adoración que como *Estuardos* era su deber tenerles, al rebelarse contra, destronar y encarcelar a la desafortunada María; y oponerse, engañar y vender al no menos desafortunado Carlos. Los acontecimientos del Reinado de este Monarca son demasiado numerosos para mi pluma, y en verdad, el recuento de algunos eventos (excepto el que yo misma hago) no me interesa; mi principal motivo para emprender la redacción de la Historia de Inglaterra era probar la inocencia de la Reina de Escocia, lo cual me jactó haber efectivamente logrado, y denigrar a Isabel, aunque me temo haberme quedado corta en la última parte de mi plan. Como por lo tanto no es mi intención dar ningún detalle en particular de las penurias en las que este Rey fue envuelto por la mala conducta y crueldad de su Parlamento, me basta reivindicarle del Reproche de un Gobierno arbitrario y tiránico del que ha sido frecuentemente acusado. Esto, siento, no es difícil hacer, pues con un argumento estoy segura de satisfacer a toda persona sensata y bien dispuesta cuya opinión haya sido guiada adecuadamente por una buena educación. Y este argumento es que él era un ESTUARDO.

Finis

Sábado 26 de Noviembre de 1791.

 

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